El lápiz mágico
De Celedonio de la Higuera
Este cuento se lo quiero dedicar a mis adoradas sobrinitas Irene y Gema
y a mis fabulosos amigos Araceli, Marta, Enmanuel y Lucía.
Capítulo 1: el hallazgo
Iba una vez
una chica de nombre Maribel paseando alegremente por la calle. Bueno, iba
alegremente porque era muy alegre, no porque tuviera ningún motivo. Digo esto
porque la pobre había suspendido el examen de geografía y encima su novio se
había ido con su mejor amiga. Pero ella era optimista y siempre sabía ver el
lado bueno de las cosas. Decía:
-
Realmente, tengo que reconocer que Leonardo es bastante feo, además resulta que
siempre está diciendo chistes que no tienen gracia y encima escupe a cada momento
con el asco que me da. En cuanto a Ani, si fuera tan buena amiga como parecía
no me habría quitado el novio. Pero tiene lo que se merece. Que le aprovechen
bien sus escupitajos y sus chistes malos. Y el examen de geografía no lo he
aprobado pero por un pequeño fallo de nada, ese está más que recuperado. Lo que
pasa es que doña Encarna me tiene manía.
Así
que a pesar de todo estaba alegre. Pero lo que nunca hubiera imaginado era lo
que iba a cambiar su vida aquel día: Se encontró un lápiz.
Ya sé lo que
estás pensando, te lo puedo ver en tu mente dibujado: “pues menuda tontería, por encontrarse un lápiz iba a cambiar su vida”.
Pero si eres algo inteligente, y yo sé muy bien que sí lo eres, habrás
comprendido que aquel lápiz no era como los demás, era un lápiz capaz de
cambiar la vida de alguien. Y además ya sabes como se titula este cuento y
habrás adivinado que era un lápiz mágico. Por eso lo mejor es que sigamos con
nuestra amiga Maribel.
A Maribel
le gustaba mucho encontrarse cosas, una vez se encontró unas llaves y daba
saltos de alegría, porque le resultaron muy útiles para quitar la tapa de una
lata de pintura. Nunca nos podemos llegar a imaginar lo práctica que puede
llegar a ser cualquier cosa que nos encontremos.
Por eso
cuando se encontró el lápiz lo cogió enseguida y se puso contentísima. Se lo
metió en el bolsillo y comenzó a pensar lo que iba a hacer a partir de ese
momento. Podría hacer maravillosos dibujos y pasarse el tiempo tan a gusto,
podría escribir cosas, podría utilizar el lápiz para metérselo en la nariz y
hacerle carantoñas a su hermanita, podría utilizar la punta del lápiz para
limpiarse las uñas... en fin un sin fin de posibilidades que se le presentaban
aquel día. Pensó Maribel: “Tal vez es hoy
el día más feliz de mi vida”. Tú pensarás que era una simple, porque
tampoco es para tanto. Pero recuerda que Maribel era muy positiva y esa es la
ventaja de ser así de optimista, que cualquier cosilla por pequeña que parezca
es motivo de gran felicidad.
Cuando
llegó a su casa, se metió en su habitación y miró sus tristes paredes blancas.
Pensó: -“Ya sé qué puedo hacer con este
maravilloso lápiz, voy a decorar las paredes de mi habitación.” Era una
idea estupenda, no lo puedes negar. Imagínate que Maribel pintaba muy bien, y
que su madre no le iba a reñir por eso, porque además ya era grande, tenía casi
dieciséis años que se dice muy pronto. Así que se puso manos a la obra y pensó
en dibujar un tigre fiero saltando para coger a su víctima, pero le pareció que
eso le iba a llevar mucho tiempo. Entonces pensó en dibujar un lindo conejito.
Ya tendría tiempo de ir diseñando el dibujo del tigre, para hacer una obra de
arte.
Cogió su
lápiz y empezó a trazar las líneas del dibujo. Le salió el conejo precioso,
estaba diciendo cójeme, acaríciame. Verdaderamente adornaba la triste pared. Se
paró a pensar cómo podría pintarlo de colores para que saliera todavía mejor. Y
pensando, requetepen-sando como quería que el conejito saliera... zas, el
conejito salió, sí, sí, salió del dibujo y lo tenía delante para acariciarlo. Y
no digas que es imposible, porque ya te he dicho que se trataba de un lápiz
mágico.
La primera
sensación que tuvo Maribel fue de verdadera felicidad. No sólo se había
encontrado un lápiz sino que se trataba de un lápiz maravilloso, que podría
conseguir con él todo lo que quisiera. A la porra Leonardo y a la porra Ani. Ya
si que es verdad que no le importaba nada porque tenía su lápiz con el que
podría ser la envidia de todos, podría hacerse rica, incluso hacer muchas
buenas obras.
Pero después
se quedó pensativa y se echó a temblar. No te creas que era tonta, es que se
acordó que primero había pensado pintar un tigre muy fiero. Bendito su ángel de
la guarda que le inspiró lo del conejito. Si llega a pintar el tigre ahora
estaría en su panza y el bicho iría por ahí devorando a las débiles criaturas.
Claro que a una chica con suerte como ella no podían ocurrirle cosas así.
Cogió su
lindo conejito y decidió ponerle un nombre.
- A ver, a
ver, que nombre te pongo. Ya está Leonardo es una buena idea de ese modo le
daré rabia a los dos tortolitos cuando vean mi lápiz.
Así que lo
cogió en sus brazos y empezó a acariciarlo. Lo miró fijamente y vio que la
criaturita tenía una cara de hambre que no se podía aguantar.
- Pero que
te puedo dar de comer. No se me ocurre nada. ¡Anda! Mira que soy tonta. ¡Si
tengo mi lápiz mágico! No tengo más que pintar comida para conejos y ya está.
Tú te
preguntarás cómo sabía ella qué comida le iba a gustar al conejito. Pero
Maribel además de ser muy optimista era muy lista y sabía encontrar soluciones
para todo. Así que pintó una bolsa de comida para conejillos y cuando abrió y
cerró los ojos ya la tenía fuera del dibujo. La abrió y tenía una especie de
pienso que el conejito devoró como si llevara una vida entera sin comer. Bueno,
es que no había comido nunca porque lo acababa de dibujar Maribel, y es lógico
que tuviera tanta hambre.
Después
pensó: con lo que está comiendo el bicho
este se va a morir de sed. Así que se puso manos a la obra a dibujar un
maravilloso arroyo de agua para que bebiera su conejito. Por cierto, había
dicho yo que era muy lista ¿verdad? Pues, bueno, habrá que decir que a pesar de
todo tenía sus fallos. Piensa que nadie es perfecto en este mundo y mucho menos
Maribel. ¡La muy tonta! ¿A quién se le ocurre pintar un arroyo en su habitación
sabiendo que se iba a salir del dibujo?
Claro te puedes imaginar lo que pasó, se le empezó a inundar la
habitación y ella se puso como una sopa, tuvo que coger a Leonardo para que no
se ahogara y pensar cómo podría parar aquello.
Piensa
que te piensa pintó un grifo por donde salía el agua y esperó, después todo era
la mar de sencillo cerró el grifo y asunto resuelto. No hay problema que se
resista ante Maribel la lista. Pero claro ella y Leonardo se habían puesto
chorreando y ahora empezaba a encontrarse mal. Había cogido un catarro de padre
y muy señor mío. No iba a poder salir a la calle y enseñarle a sus amigas su
lápiz mágico y su conejito. Pero ¿a quién podría importarle un catarro con la
suerte que había tenido? Además a su hermana sí que podía enseñarle el lápiz.
Ella le pintaría las medicinas que se tenía que tomar y se curaría el catarro.
Su hermana tenía dieciocho años y era muy buena, aunque a veces le regañaba
mucho. Se llamaba Laura.
Capítulo 2: las hermanas
Maribel
no dudó en llamar a su hermana que estaba cómodamente viendo la telenovela.
Laura subió entonces a regañadientes, porque precisamente en esos momentos
parecía que Elisa María y Carlos Guillermo se iban a reconciliar y estaban a
punto de besarse. La verdad es que es muy molesto que te interrumpan la novela
en un momento así, es lo mismo que si te interrumpen el partido de fútbol justo
cuando están a punto de meter un gol los de tu equipo. Pero Laura, a pesar de
todo subió para ver qué quería Maribel, porque estaba un poco mosca con los
extraños ruidos que había estado oyendo.
Cuando
entró en la habitación creyó que se le cortaba la respiración. Todo inundado de
agua, su hermana como una sopa y un conejo que no se podía imaginar de donde
habría salido.
Maribel no
sabía cómo explicárselo pero empezó a hablar.
- Esto no
es lo que parece. (Esta frase es muy
típica para empezar a explicar una situación un tanto extraña) Todo es por
culpa de este lápiz, Laura. Pero verás que bien lo vamos a pasar con él.
Laura,
evidentemente se quedó todavía más sorprendida. Cogió el lápiz y lo miró de
arriba abajo sin notar nada en particular.
- Dibuja
con el lápiz un jarabe que ponga “para el catarro” y verás lo que ocurre.
Laura hizo
lo que su hermana le pedía, pero ella dibujaba muy mal y le salió un bote muy
feo. Después vio con estupor como el bote se salía del dibujo. No podía creer
lo que estaba viendo. Se llenó de miedo y empezó a pensar cosas horribles. Es que
Laura era muy pesimista, y siempre veía el lado negativo de las cosas.
- Tenemos
que deshacernos de esto enseguida. Tal vez pertenezca a una malvada bruja y
quiera recuperarlo.
- No seas
tonta – respondió Maribel – es un maravilloso lápiz que nos va a conseguir todo
lo que queramos. Además las brujas no existen, que ya somos mayorcitas las dos.
Anda pásame el jarabe que me ponga buena. Y pinta algo de comer que se me va a
caer el estómago.
- ¿Y qué
puedo pintar para comer?
- Pues,
pinta una lata de estofado de carne, luego la calentamos y comemos. Verás que
bueno nos va a salir. (¡Qué lista era!
Tenía solución para todo).
Laura hizo
caso de su hermana y pintó una lata de carne estofada de vaca. Pero como
siempre le salió un dibujo bastante feo. Cuando la lata salió del dibujo la
cogió y se la llevó a la cocina para abrirla y calentar el estofado. Se veían
los trozos de carne muy jugosos. Y preparó dos platos, uno para ella y otro
para Maribel. Los metió en el microondas y salieron calentitos. Eso sí, que tenían
un olor un tanto extraño.
Maribel
empezó a comer y al meterse la primera cucharada sintió que sus ojos iban a
salir de sus órbitas.
- ¿Qué es
esto? Esto sabe, perdona lo que voy a decir, esto sabe a culo.
Laura
probó también el estofado y puso la misma cara de su hermana.
- Es
verdad, esto sabe a culo. Pero yo había puesto en la lata que fuera carne de
vaca.
- Mira en
los ingredientes para ver que lleva.
Laura miró
en la letra pequeña y vio que en los ingredientes ponía: Pompi de vaca de
primera clase. Pero ahí no acababa todo sino que en la parte trasera del papel
de la lata ponía: “Pompi de vaca estofado”. Así se explicaba todo. Con lo mal
que dibujaba Laura era normal que las cosas le salieran regulares.
En ese
momento Laura pensó que había sido un desastre encontrarse con ese lápiz tan
peligroso. Sin embargo, Maribel, consideró que todo lo que pasaba era muy
divertido. Además las medicinas que había pintado la habían puesto
definitivamente sana.
- Creo que
deberíamos deshacernos de ese objeto tan peligroso. Mira lo que nos ha pasado
con el culo de la vaca y piensa lo que nos puede pasar todavía. – Dijo Laura.
- Pues yo
pienso todo lo contrario. Mira cuántas cosas graciosas y divertidas nos han
ocurrido y piensa las aventuras que podemos vivir todavía con este lápiz tan
fantástico. – Respondió Maribel.
No sé si
te queda claro la forma tan diferente de ver las cosas que tenían las dos
hermanas. Afortunadamente para nosotros, Laura, a pesar de ser mayor, le hacía
bastante caso a Maribel. Es que si no es así la muy tonta hubiera tirado el
lápiz y entonces nos deja sin cuento. Pero al hacer caso de su hermana vamos a
poder conocer sus apasionantes aventuras.
Hasta
ahora, Maribel sólo ha descubierto una de las posibilidades del lápiz que es la
de sacar los dibujos y convertirlos en cosas reales. Pero en estos momentos se
disponía en vivir una experiencia nueva: crear un gran dibujo y meterse en él
para vivir una aventura apasionante. Para esta experiencia nueva no podía dejar
que su hermana dibujara nada, porque tampoco era cuestión de vivir una historia
de terror.
Posiblemente
estarás pensando que me he olvidado de algo. Pero te puedo asegurar que estás
en un tremendo error. Laura es la hermana mayor de Maribel, pero tienen una
hermanita pequeña con un año y medio que se divierte mucho con las carantoñas
que le pone Maribel. Por eso Maribel se pasaba siempre mucho rato haciendo reír
a su hermanita. Una de las cosas que más gracia le hacía era hacer de gorila:
empieza a dar gritos y a subirse por todas partes y a darse golpes en el pecho,
eso sí, siempre haciendo lo mismo que un gorila. Y mientras hace estas cosas
Lucía grita de risa. Pero tiene que tener mucho cuidado que no la pille Laura,
porque siempre le riñe. Le dice:
- ¿No ves
que si te montas en todas partes puedes romper algo?
Y es que
eso es lo que pasaba siempre con Laura.
El
problema es que no podían arriesgarse a perderse en un dibujo sin llevarse a
Lucía. Porque era muy pequeña y sus padres no habían vuelto aun de trabajar.
Así que Maribel dijo:
- Nos
llevaremos a Lucía con nosotras.
Pero Laura
respondió:
- Estás
loca. ¿No te das cuenta que lo que quieres que hagamos es algo muy peligroso?
Piensa bien que no sabemos cómo puede resultar esta experiencia.
Maribel se
quedó pensativa pero ya te puedes imaginar cual iba a ser su decisión.
- No seas
tonta, Laura, un sencillo dibujo a lápiz no puede ser peligroso. Tiene que ser
muy divertido y no está bien que la aventura tan maravillosa que vamos a vivir
se la pierda nuestra Lucía. Así que nos la llevaremos.
Laura
prefirió callarse pero estaba comiendo de sus carnes. Pensaba: seguro que nos
ocurre algo malo, seguro que no es una buena idea, seguro que nos secuestra una
bruja terrible o algo peor, pero no puedo dejar solas a mis hermanas tengo que
defenderlas de todos los peligros.
Capítulo 3: los arrepentidos
Así que
Maribel empezó a dibujar en la pared un paisaje maravilloso con unos animales
muy simpáticos que se salían del dibujo según los pintaba, pero no se escapaban
porque la puerta de la habitación estaba cerrada. Tal y como se lo había
imaginado el paisaje dibujado se convertía en un paisaje real y hasta se
escuchaban hermosos trinos de extrañas aves.
Justo en
ese momento llamaron a la puerta.
Enseguida
dijo Laura:
- Nuestros
padres vuelven antes de lo previsto. Menuda bronca nos van a echar. Y ahora
¿Cómo le vamos a explicar todo esto? Te lo dije. Seguro que algo salía mal, lo
sabía.
Maribel
sujetó a los extraños animalillos para que no se escaparan y dijo:
- Pronto,
vete a abrir la puerta, y no digas más tonterías. ¿No te das cuenta que papá y
mamá tienen llaves de casa y no tienen que llamar?
- Entonces
es muy posible que sea la bruja que ha perdido el lápiz y viene a recuperarlo,
o la policía o tal vez...
- Déjate
de monsergas, y abre la puerta que se me van a escapar estos bichos.
La verdad
es que Laura estaba empezando a cabrear a Maribel con tanto pesimismo. Si era
la policía pues qué se le iba a hacer pero peor sería que se le escapasen los
simpáticos animalitos que eran una mezcla de la suavidad de un conejito, la
alegría de un perrito y la simpatía de un gatito, pero con plumas. Una
maravilla de mascota. A esto se le llama una mascota de diseño, según tengo
entendido. Pues bien como íbamos contando, Laura fue a abrir la puerta y
comprobó que su hermana tenía razón, no era la policía ni sus padres. Era Ani,
la amiga de Maribel que le había quitado el novio.
- ¿Está
Maribel en casa? Necesito hablar con ella, tengo que pedirle perdón por lo que
ha pasado y explicarle algunas cosas.
Laura que
no estaba enterada de lo ocurrido pensó que no pasaba nada con dejarla pasar.
Aunque no sabemos a lo que puede llegar una mujer celosa. Pero el caso es que
Ani pasó. Laura intentó explicarle lo que había dentro.
- Te
advierto que vas a encontrar cosas raras, no te extrañes de nada.
- Lo sé,
no te preocupes.
Por
supuesto que no sabía nada pero se creía como tú te imaginas que Maribel estaba
muy triste por que le había quitado el novio. Menuda sorpresa que se iba a
llevar.
- Pues pasa
y verás lo que hemos hecho.
Ani entró
en la habitación de Maribel y se quedó tan confundida que sintió que se
mareaba.
Maribel, en
el fondo estaba deseando de verla para darle envidia con su lápiz mágico,
además una aventura es mucho más divertida cuando más amigos la comparten.
Entonces en lugar de ponerse chula, lo que hizo fue contarle lo que pasaba.
- No te
preocupes, Ani, lo de Leonardo lo superaré.
- Pero... -
dijo Ani.
Maribel
siguió explicándole:
-
Esto es un dibujo mágico hecho con un lápiz mágico. Ahora nos vamos a meter en
él y vamos a vivir una maravillosa aventura. Vente con nosotras y olvida a
Leonardo, de momento.
Ani no
sabía si reír o llorar. Porque no entendía nada. Por otro lado, lo de vivir una
aventura no se lo quería perder. Así que no esperó más explicaciones.
Ya lo
tenían todo a punto. Por cierto que a Ani le encantaron los animalitos de
diseño tan preciosos que llevaba Maribel y le dijo que le dejara acariciar a
uno.
- ¡Qué
suave! - dijo Ani- es el bicho que siempre he soñado tener.
- ¡Qué
lástima que pudiendo tener un animal tan lindo te conformaras con tener el
bicho de Leonardo! - dijo Maribel.
-
Precisamente de eso quería hablarte, yo...
- Déjalo,
es una pequeña broma. Vamos a entrar en el dibujo, verás que sorpresas he
preparado.
Cuando se
disponían a entrar en el dibujo volvieron a llamar a la puerta. Enseguida Laura
creyó que se moría.
- Ahora
sí, ya no tenemos salvación. Estos sí que son de la policía.
No dijo
nada de sus padres porque ya le había hecho ver Maribel que ellos tenían llave,
pero a ella eso fue lo primero que se le vino a la cabeza. Maribel esta vez no
le dijo nada sino que la miró con una cara que hasta el bicho que tenía en sus
brazos se asustó. Ani pensó que ponía esa cara por ella. Pero Laura sin
rechistar fue a abrir la puerta. Pero por dentro pensaba: es la policía, es la
policía.
Cuando
abrió, de nuevo tuvo que alegrarse de no ver a la policía. Era el joven
Leonardo que venía también en son de paz. Tenía una cara de arrepentido que se
le notaba a la legua.
- Necesito hablar con Maribel. - dijo
Leonardo.
- Pues
pasa, pero te advierto que te vas a encontrar un panorama bastante extraño.
- Lo sé -
dijo Leonardo con la voz de alguien que está arrepentido. Es que venía muy
arrepentido. Pero aunque dijo “lo sé” no lo sabía. Él se creía que Maribel
estaba enfurecida por lo de Ani. De lo del lápiz mágico no tenía ni la más
remota idea. Pero esa es la ignorancia: creerse que se sabe algo que no se sabe
y decir tranquilamente “lo sé.”
Me imagino
que llegados a este punto estás que echas chispas por los pelos. Dirás: entre
unos y otros todavía no se han metido en el dibujo con las ganas que tengo de
ver qué pasa. A lo mejor dices también que la escena del novio y de la amiga
arrepentida se merecía mejor tratamiento. Pero es que las cosas son así. No te
impacientes. Piensa que es muy emocionante todo lo que se hace esperar. Y
disfruta ahora con los arrepentidos que vienen buscando a Maribel y se creen
que saben lo que se van a encontrar y se encuentran con un dibujo que se
sale... que se sale de lo cotidiano.
Además
nuestro amigo Leonardo se llevaría una sorpresa más, porque no se imaginaba que
allí estaba también Ani.
Total que
entró en la habitación y al ver los bichos, el paisaje y a Ani hablando con
Maribel sintió que su corazón latía con una fuerza y a una velocidad que se
salía de lo normal.
Pero
Maribel, sonriente, sobre todo al verlo tan confundido, le dijo:
- No te
asustes, Leonardo, tú también vendrás con nosotras al dibujo. Precisamente
necesitábamos a un hombre que nos defendiera de todos los peligros. Con mi
lápiz mágico y contigo no puede sucedernos nada.
Leonardo,
cada vez entendía menos lo que pasaba. Tenía una cara de tonto, mezclada con la
cara de arrepentido que daba mucha risa. Hasta los animales de diseño parecía
que se estaban riendo. Enseguida dijo con su voz de arrepentido:
- Perdona,
pero no entiendo nada. Bueno, perdona es lo primero que te quiero decir.
Perdona por que tú no te mereces que yo... pero es que no entiendo nada.
- Pero si
es muy fácil - dijo Laura- mi hermana se ha encontrado un lápiz embrujado que
convierte en realidad todo lo que se dibuja con él. Y mientras la bruja que lo
ha perdido viene a buscarlo, o bien mientras nos coge o no la policía, pues...
nos vamos a meter en el dibujo. ¿Comprendes?
- No -
dijo Leonardo a punto de echarse a llorar.
Entonces
fue Ani la que quiso explicárselo:
- Mira;
Maribel se ha encontrado un lápiz mágico y ha hecho este maravilloso dibujo
lleno de sorpresas dentro para que nos metamos en él y vivamos una aventura
inolvidable. ¿Qué te parece?
- Creo que
mejor vengo mañana. Hoy no me encuentro bien. - Respondió Leonardo.
Pero no
estaba la cosa como para dejar marchar a Leonardo. Maribel tenía muy claro que
esta era una magnífica oportunidad para tener una fabulosa aventura con sus
hermanas y con sus mejores, bueno tal vez en este momento no podía pensar que
fuera sus mejores amigos, pero al menos podrían ser sus amigos malos pero
arrepentidos.
-
No te vayas, Leonardo – dijo Maribel con
una voz apasionada propia de una película melodramática – no te vayas. Venías
buscando en mí una palabra de perdón y yo te la otorgo. Mi corazón adivina que
estás arrepentido y no puedo hacerlo callar.
Quizá
pienses que Maribel se había puesto un poco cursi, pero no le quedaba más
remedio que montar el número para que no se le escapase Leonardo.
-
Yo entiendo que no me quieras perdonar. Pero es que de verdad siento mucho lo
que te he hecho.
-
Pareces tonto, niño – intervino Laura- mi hermana ha dicho que te perdona.
-
Ah, eso significaba que me perdonas.
-
Pues claro, te he dicho: yo te la otorgo, y eso quiere decir que sí.
-
Pues fíjate, que yo creí que era que no.
-
Bueno y ahora escucha. No temas nada. Vamos a vivir una aventura maravillosa
dentro del dibujo. Porque todo es mágico. Será como un sueño increíble.
-
Pero es que no comprendo nada.
-
No te preocupes. Verás como lo vas entendiendo poco a poco.
La
primera en entrar en el dibujo fue, ¿cómo no?, Maribel que para eso es la más
atrevida y la más lista, le siguió Ani, que estaba muy entusiasmada con todo lo
que llevaba visto, después fue Leonardo, que desde luego no se fiaba mucho pero
no se atrevía a parecer un gallina delante de las chicas. Y por último, como
era de esperar entró Laura, llevando a Lucía de la mano y por supuesto iba a
regañadientes y diciendo que se iban a meter en un gran lío, que ella
sería la responsable de todo. Y lo peor
de todo era meter a Lucía en semejante juego peligroso.
Capítulo 4: los Ovíparos
Bueno,
por fin han entrado en el dichoso dibujo, que parecía que no iba a llegar nunca
este momento. Todo era maravilloso, parecía un sueño. Maribel tuvo que
pellizcarse para asegurarse que era realidad. Luego le gustó la idea y pellizcó
a Ani y después a Leonardo. Ella les dijo que era para que vieran que no se
trataba de un sueño, pero en realidad era una pequeña venganza. Porque los muy
canallas, como Leonardo estaba asustado, iban más bien abrazaditos. No se podía
encajar eso con su arrepentimiento.
Primero
atravesaron un maravilloso bosque, lleno de plantas verdes todas muy
originales. De vez en cuando saltaban o volaban preciosos animalitos. Incluso
pasaron varios peces de distintas formas y tamaños volando por ahí.
-
¿Qué es esto?- preguntó Laura – ¡Peces voladores! Nos hemos venido a meter en
un lugar embrujado. Pobre Lucía, tan pequeña metida en un lío como éste.
-
No empieces, querida hermana. Estos peces voladores aparecen en el bosque
porque los he pintado yo. Todo lo que hay en este dibujo ha sido creación mía,
con mi lápiz mágico. No hay nada que temer.
Después
vieron que había una pequeña aldea muy cerca de donde estaban. Había un letrero
que anunciaba: Los Ovíparos. Ese debía de ser el nombre de la aldea.
Llegaron
a la aldea enseguida. Era pequeña, pero había mucho ambiente de gente por todas
partes. Eran unas personas muy curiosas porque en vez de boca tenían pico.
Cuando vieron esas personas Ani y Leonardo se abrazaron aun más fuerte.
-
Vaya, vaya – murmuró Maribel - que dos palomos enamoraditos. Qué bonito ver
como se abrazan.
Tienes
derecho a pensar que Maribel estaba celosa. Pero te equivocas. Ella comprendía
que ya había perdido a Leonardo y no le importaba en absoluto. Pero podía
aprovechar su lápiz mágico para divertirse un poco a costa de ellos. Tampoco
iba a ser nada malo. Ya lo verás. Comprenderás que no estaba bien que si habían
ido a pedirle perdón ahora le dieran con su amor en las narices.
Bueno
en cuanto llegaron a la aldea Maribel se puso a hablar con uno de los aldeanos
con pico que había por allí. Él la reconoció de momento. Y las demás gentes
empezaron a correr hacia ella. Decían:
-¡Es
Maribel, nuestra dibujante!. Los otros
se quedaron perplejos. Perplejos quiere decir que se quedaron con cara de
tontos sin entender lo que pasaba.
-
No entendemos nada. – Dijo Ani.
-
Pues, está muy claro – dijo Maribel – estas personas me conocen porque saben
que yo las he dibujado. Y vienen muy contentas a darme las gracias por eso.
Bueno,
Maribel, como era tan positiva, pensaba que venían a darle las gracias. Pero no
era del todo exacto.
-
Maribel, hija, ya que nos has dibujado podías habernos pintado boca en vez de
pico. – Dijo el aldeano.
-
No podía porque no puedes olvidar que sois ovíparos, vosotros no tenéis
problemas de alimentación gracias a mí.
-
Lo de la alimentación es verdad. Que gracias a los huevos que ponen nuestras
mujeres podemos comer todos los días exquisitas tortillas. Pero ellas están
cansadas de poner huevos todos los días.
Laura
estaba realmente alucinada. Personas que ponían huevos y se los comían. Que
mundo tan curioso y que imaginación la de su hermana.
-
Pero tú sabes bien que hay algo mucho peor. ¿Por qué La Odiosa? – Volvió a
decir el aldeano.
-
Tienes razón, que lo de La Odiosa es una mala pasada. Pero para que una
aventura sea emocionante debe de haber alguien así.
-
Es que por culpa de La Odiosa, toda la aldea está asustada. Es fea, gorda,
antipática. Se cree la más lista, la más importante, la mejor. Y encima ella es
la que manda.
-
Siempre soñé con participar en una revuelta contra un cacique. No podía
desperdiciar esa oportunidad.
Al
oír estas cosas Leonardo estaba empezando a temblar de miedo que casi se le
saltaban las lágrimas. Entonces se abrazó a Ani con más fuerza que nunca. Ani,
también se abrazó, porque para eso estaban enamorados. El aldeano prosiguió.
-
Nos tiene oprimidos con su maldita guardia que vigila todos los rincones de la
aldea. No tiene sentimientos. Tan gorda y tan fea que nadie la quiere. Por eso
le hace la guerra al amor.
-
No os preocupéis que yo he venido para libraras de ella. – Dijo Maribel.
-
No consiente que la gente se quiera. Cuando ve a alguien abrazándose lo
detienen y se lo llevan a su castillo para encerrarlo en la mazmorra húmeda y
pestosa. Es algo terrible la peste que huele la mazmorra húmeda y pestosa. Y el
frío que hace allí.
Imagínate.
Al oír esto, Leonardo y Ani dieron un respingo. Se soltaron enseguida pero
luego se volvían a abrazar y después se soltaban otra vez aterrorizados. Porque
ahora Ani también estaba asustada. Pero ya era tarde para rectificar. De pronto
aparecieron unos hombres altos y robustos con pico de buitre y les dijeron:
-
Conque amándose, qué bonito. La señora alcaldesa pedánea se encargará de vosotros. De momento vais a conocer la
mazmorra húmeda y pestosa.
Ani
se echó a llorar y Leonardo hacía pucheros. Maribel puso cara de circunstancias
pero en el fondo se reía por dentro. Porque todo lo había organizado ella. Era
una pequeña venganza por haber sido malos.
Yo
sé muy bien lo que estarás pensando. Es verdad, que ellos no tienen la culpa de
quererse. Tienes razón. Maribel se ha pasado. Además si realmente no estaba
celosa tampoco tenía que haber sido tan mala. Pero las cosas están como están.
Maribel se ha pasado de la raya. Y nuestros amigos han sido detenidos y
conducidos a la mazmorra húmeda y pestosa.
Capítulo 5: la liberadora
Aunque
parezca lo contrario, ahora es cuando en realidad la cosa empieza a ponerse
interesante. Maribel tomó la palabra:
-
Amigos, hay momentos en la vida en los que tenemos que tomar una opción
trascendental. Este momento es uno de esos. Hoy tiene que ser el día en que
cambie para siempre la vida de los ovíparos. No estamos dispuestos a seguir
aguantando las impertinencias de la Odiosa. Tenemos derecho a querernos y a
demostrarnos nuestro amor. Ella no puede privarnos de ese derecho. Nadie es
culpable de lo poco que la ha favorecido la naturaleza.
-
Bueno – dijo alguien – está claro que has sido tú la que la has pintado así de
fea y de mala. Eso de que nadie es culpable no es cierto.
A
Maribel le sentó muy mal que le dijeran eso. Pero hay que reconocer que lo que
le habían dicho era la pura verdad. De todos modos continuó su discurso, porque
le hacía mucha ilusión seguir diciéndolo. Pensó que eso no debía tener
demasiada importancia ante la aventura tan apasionante que estaba a punto de
vivir. No olvidemos que era muy optimista.
-
Bueno, de todas maneras, ella se tiene que aguantar así y los demás tenemos que
luchar por nuestros derechos. También es el momento de liberar a todos los
pobres infelices que por abrazarse o besarse están sufriendo en la terrible
mazmorra húmeda y pestosa. Espero contar con vuestra ayuda.
A
medida que hablaba iban acudiendo más y más ovíparos a escucharla. Ella estaba
ufana, es decir muy contenta y muy orgullosa del éxito que tenía su discurso.
La pobre Laura, en cambio estaba muy molesta porque no sabía lo que podía
pasarles y el peligro que todavía les pudiera acechar; y todavía por ella no se
preocupaba tanto como por la pequeña Lucía. Pero a Maribel no parecía que eso
le preocupara demasiado. Ella estaba radiante de ver a tantos ovíparos reunidos
y dispuestos a luchar. Gozaba sólo con pensar en la cara que iba a poner la
Odiosa cuando viera que estaba acabada, que la gente le había perdido el miedo
definitivamente. Y todo, gracias a ella, tan alegre pero también tan valiente.
Y además con un fantástico lápiz capaz de sacarla de cualquier dificultad.
-
Lo mejor será que nos preparemos bien. Vamos a comernos unas tortillas para
estar fuertes.
Ciertamente
hay que reconocer que en un momento tan solemne no es muy correcto pensar en
comer, pero Maribel era así de natural. La tortilla era la comida favorita de
Maribel. Por eso se inventó que sus personajes fantásticos fueran ovíparos, así
comería tortillas a todas horas. Efectivamente, a medida que pasaban por las
calles de la aldea, se podían ver de vez en cuando los menús de los
restaurantes. Ponían cosas como: sopa de huevo, huevos escalfados, huevos al
plato, huevos a la flamenca, huevos fritos, huevos pasados por agua, huevos
duros, huevos rellenos. Y luego estaba la variadísima oferta de tortillas:
tortilla francesa, tortilla española, tortilla de espinacas, tortilla de
espárragos, tortilla de champiñones, tortilla de gambas, tortilla de collejas,
tortilla de berenjenas, tortilla de atún, tortilla de pimientos, tortilla de
sesos... y no te las pongo todas porque te resultaría un aburrimiento. Pero sí
hay que decir que cuando Maribel leía las variedades de tortillas se lamía y se
relamía, estaba deseando de empezar a probarlas todas.
Así
que sin dudarlo más se metieron en uno de esos restaurantes y Maribel se dispuso
a comerse una de las deliciosas tortillas que ofrecían. Era un lugar muy
curioso. Tenían un precioso pez volador metido en una jaula y se paseaba de vez
en cuando por allí una de las preciosas mascotas de diseño. Había un lugar
reservado donde las mujeres ponían los huevos. Cuando una mujer iba a comer
allí y ponía unos cuantos huevos le salía mucho más barato; incluso si era
capaz de poner más de cinco le daban la tortilla gratis. Pero como ni Maribel
ni Laura ni Lucía podían poner huevos les dijeron que tenían que pagar.
- Esto
empieza a ponerse feo – dijo Laura.
- No
empieces – dijo Maribel – recuerda que yo lo controlo todo. Yo soy la que he
creado todo esto. – Después le dijo al camarero – Comprendo que no me conozca,
amigo, así que tendré el gusto de presentarme: soy Maribel, la que os ha
dibujado.
El camarero
puso una cara de circunstancias que no se sabía por dónde iba a salir.
- ¿Eso
significa que os tengo que dejar comer gratis? – Preguntó el camarero.
Maribel
hizo un gesto con la cabeza que significa sí, y que tú sabes muy bien como es.
El camarero hizo otro gesto, también muy conocido, que significa no. Maribel
volvió a hacer que sí y el camarero habló otra vez:
- Debe
usted saber señorita que nos ha pintado con muy mala sombra. Con pico, con
plumas, con la Odiosa y sus policías que nos persiguen por todas partes, con la
mazmorra húmeda y pestosa... no encuentro ningún motivo para dejarlas comer
gratis.
- Yo les
diré a todos cuál es el motivo: he venido a salvaros. Hoy será un día nuevo
para Los Ovíparos, hoy quedará grabado para siempre en vuestro calendario como
el día que comenzasteis a ser libres.
- Vamos que
se ha entretenido usted en montar todo esto para lucirse echando discursos y
para ser nuestra liberadora. – Respondió el camarero.
Laura
empezaba a tener la sensación de que esto no iba nada bien. Estaba a punto de
montar el número pero no se atrevía porque sabía que su hermana le diría que ya
estaba otra vez con su pesimismo. Maribel, en cambio, no temía nada. Estaba
convencida de que no iba a haber ningún problema. Todo se arreglaría
fácilmente.
- Pues
tengo que reconocer que tiene usted algo de razón. Pero precisamente, por eso
tendrá que ser amable conmigo. Sepa que tengo en mi poder el lápiz mágico.
–Dijo Maribel.
- Supongo
que si va a ser nuestra salvadora no habrá pretendido asustarme. ¿Verdad?
Maribel
estaba algo confusa. No se había podido imaginar que sus propios dibujos fueran
capaces de ponerse en contra de ella. Además ella no pretendía asustar a nadie,
sólo intentó hacerle comprender que si no le daba nada podía pintar una
exquisita tortilla y comérsela.
Pero esto
no la iba a hacer perder su fantástico buen humor y su ilusión. Laura, en
cambio, no estaba confusa, estaba aterrorizada. Y llena de miedo abrazó a la
pequeña Lucía, mientras tanto le decía:
- Hermanita
mía, no tengas miedo que yo no te dejaré sola ni un solo instante. – Y la besó.
Maribel no
se daba cuenta de nada de esto porque estaba intentando convencer al camarero
para que las invitara a comer.
- Bueno, reconozco que he cometido
errores bastante lamentables. Ahora es el momento de cambiar las cosas y vivir
una fabulosa aventura todos juntos.
Mientras
Maribel hablaba entró uno de los terribles policías de la Odiosa, con cara de
Buitre y ella lo oyó decir:
- Mirad,
que imagen tan tierna, como se quieren.
Esto lo
decía con voz de pitorreo. Después con voz enérgica estaba diciendo:
- Vamos, a
la mazmorra húmeda y pestosa. La señora alcaldesa pedánea tendrá mucho gusto en
conoceros.
Entonces
fue cuando Maribel se dio cuenta de la situación tan terrible en que se
encontraban sus dos hermanitas. Ellas eran las víctimas de los guardias de la
Odiosa por el beso y el abrazo que Laura le había dado a Lucía. Laura no pudo
contener las lágrimas. Ahora tenía motivos para decir todo lo que pensaba.
- Yo lo
sabía. Ahora nos matarán a todos. Y lo peor es que la pobre Lucía también tenga
que pasar por esto. Tú tienes toda la culpa. Ahora nos matarán.
- Cállate,
estúpida. Y andando.- Dijo el guardia con unos modales muy groseros.
Ciertamente
ahora sí que tenía Maribel motivos para estar preocupada. Todos sus amigos
habían ido a parar a la mazmorra húmeda y pestosa. Se había quedado sola y ni
siquiera habían podido comerse una tortilla.
Pero no.
Ella nunca
estaba preocupada. Pensó:
- Ahora es
cuando de verdad empieza la aventura. Ahora es cuando esto se ha puesto al rojo
vivo.
La verdad,
es que tenía razón en una cosa. En estas circunstancias la cosa está que arde.
Supongo que has llegado a un punto que ya no puedes dejar de leer para ver en
que va a parar todo esto. ¿Verdad?
Capítulo 6: la mazmorra húmeda y
pestosa
Bueno, hay
que decir que Maribel no se había quedado sola del todo. Los Ovíparos estaban
dispuestos a ir con ella, entre otras cosas, porque era la única manera de
librarse de la Odiosa para siempre. Así que no había que preocuparse sino más
bien lanzarse de lleno a la aventura.
Maribel
pensó, que ahora que las cosas se estaban poniendo difíciles era todo mucho más
emocionante. Miró a los Ovíparos y volvió a animarlos a la lucha.
- Queridos
amigos. Ahora, habéis podido verlo vosotros mismos. Ya me encuentro yo también
en vuestra misma situación. Yo también tengo que rescatar a mis hermanas y a
mis amigos de las manos de la Odiosa. Ahora no podéis reprocharme nada porque
soy igual que vosotros.
Los
Ovíparos empezaron a cuchichear. Maribel estaba muy emocionada. Sus ojos
brillaban. Ella pensaba que habían quedado asombrados de sus palabras y que
sentían una enorme admiración por ella. Pero en realidad estaban diciendo que
la culpa de todo lo que estaba pasando era en realidad de Maribel. Que sería
muy interesante ayudarle, porque era la única manera de librarse de la Odiosa;
pero que también sería muy interesante que ella sufriera un poco como los
ovíparos sufrían.
Total que
animados por una entusiasmada Maribel los Ovíparos, recordando a los
revolucionarios franceses que comenzaron tomando la Bastilla se dirigieron en
masa hacia la mazmorra húmeda y pestosa. Un nuevo amanecer esperaba a su
sufrido pueblo.
Lo de la
Bastilla posiblemente no lo hayas entendido, y me parece que es muy largo de
contar. Lo mejor será que luego le preguntes a alguien mayor y te lo contará.
Pero sí
puedes saber que nuestra amiga Maribel iba acompañada de los Ovíparos para
asaltar la mazmorra húmeda y pestosa y de ese modo liberar a todos los que allí
se encontraban presos. Ya sabes, aquellos infelices que habían sido
sorprendidos en un simple abrazo o cualquier otro gesto de cariño.
Allí se
encontraban los amigos de Maribel y sus dos desdichadas hermanas. Cuando el
guardia las encerraba en la horrible mazmorra vieron a muchos Ovíparos con
caras de sufrimiento, algunos parecían muy viejos y tenían largas barbas
blancas debajo de su pico. Afortunada-mente no estaban muy delgados porque
siempre podían comerse los huevos que ponían las mujeres. Aunque la Odiosa era
tan mala, que hacía todo lo posible por robárselos, pero eso era algo muy
difícil.
Al verlas
pasar por allí, algunos dijeron cosas como:
-¡Mirad,
mirad, que lindas niñas vienen a vernos!
Lucía no
sufría por esto, porque no sabía nada de lo que podría significar. Pero Laura
pensaba que eso lo decían porque tenían pensado hacerles algo malo. Tal vez
intentarían reírse de ellas obligándolas a hacer el ridículo delante de todos.
Iban
atravesando distintas cámaras y se veían muchos barrotes. Cada vez olía más
peste. De vez en cuando se escuchaba estornudar a alguien. Es que como había
tanta humedad muchos se resfriaban y no podían aguantarlo.
Por fin
llegaron a donde estaban Ani y Leonardo. Al verlos corrieron a abrazarse. Ani
no se pudo callar:
- Tu
hermana se ha vengado de nosotros. Pero tienes que reconocer que ha ido
demasiado lejos.
- Yo sabía
que todo acabaría muy mal. Ahora estoy muy triste. Seguramente que nos matarán
y yo ni siquiera me he casado. – Dijo Laura.
- Bueno,
hija, nosotros tampoco nos hemos casado. Pero tranquila que nadie nos va a
matar. Ya verás como Maribel nos saca de aquí. – Respondió Ani.
- No os
habéis casado, pero bien que os abrazáis. Y Maribel no vendrá a salvarnos,
vendrá a morir con nosotros. Lo sé. Esto va a terminar fatal. Que lo digo yo.
Un hombre
muy sucio que olía fatal se acercó a ellos. Leonardo no hablaba porque estaba
casi sin voz. Pero al ver al hombre estornudó. El hombre abrió el pico medio
roto que tenía y mostró una extraña lengua llena de cortes.
- Jesús. -
No, no se había equivocado de nombre, eso lo decía porque había estornudado, y
tenían costumbre, en aquella aldea, de decir Jesús al oír un estornudo. - Tú
también te has resfriado. Ya te acostumbrarás. Te quedan muchos años que pasar
aquí. Por cierto ¿por qué os han traído aquí?
- Nos
cogieron dándonos un abrazo. – Respondió Ani.
- A
nosotras nos vieron abrazadas y yo le di un beso a mi pequeña. Y a ¿usted?-
Dijo Laura.
- Llevo
aquí tantos años que ya casi me queda borroso en la memoria.- Respondió el
desconocido- Fue por una carta. Una carta que yo había conservado escondida
durante mucho tiempo. Ellos tenían sospechas, estuvieron registrando la casa
varias veces pero nunca la encontraron.
- ¿Era una
carta de amor? – Preguntó Ani.
Leonardo lo
escuchaba atentamente mientras temblaba un poco por el frío y otro poco por el
miedo que tenía. Sus dientes castañeteaban.
- Sí, se
puede decir que era una carta de amor. Una vez mi padre escribió en aquel papel
que mi madre y yo éramos sus seres más queridos. Y yo me sentí al leerlo la
persona más feliz del mundo. Por eso lo guardé como un preciado tesoro y lo
tuve oculto donde nunca lo encontrarían. Lo que pasa es que de vez en cuando lo
sacaba y lo leía. Y ¡zas! Un día los guardias me sorprendieron leyéndolo. Desde
entonces estoy en este lugar. Parezco mucho más viejo de lo que soy, pero por
la mala vida que he pasado.
Leonardo no
pudo aguantarse y se echó a llorar amargamente.
- Nunca
debí escucharos. Esto ha sido una locura. Nos pudriremos en este horrible
lugar. – Dijo Leonardo llorando.
Ani lo miró
como si le riñera. No habló porque ya estaba harta de intentar convencerlo de
que Maribel los podía salvar. Y menudo lío, porque Laura no era la más adecuada
para dar ánimos a nadie; y Lucía ni siquiera se enteraba de lo que estaba
pasando. Así que el personaje siguió hablando. Era uno de estos tipos que
tienen siempre mucha gana de hablar y con el primero que se encuentran empiezan
y ya no hay quien los pare.
- Es muy
cruel. Todos estamos aquí por cosas parecidas. La maestra cayó presa por hacer
que los niños escribieran “amo a mi mamá”
cuando aprendían a escribir. Hace poco llegó un hombre al que habían sorprendido
cantando a su hija cumpleaños feliz. Y uno de mis compañeros de celda
sencillamente sonrió a su esposa porque había hecho una excelente comida. Todo
porque la Odiosa no puede soportar el amor. Así es como nos ha pintado esa
miserable Maribel.
Al escuchar
esta última frase los cuatro se quedaron mudos. No sabían si reír o llorar. ¿De
modo que Maribel no era querida entre los ovíparos? La verdad es que era muy
difícil entender lo que estaba sucediendo. ¿Podría realmente salvarlos? ¿Caería
ella también en manos de la Odiosa y todo quedaría perdido? Mientras estaban
pensando todas estas cosas pudieron escuchar a lo lejos los gritos de los que
tal vez eran sus salvadores.
Capítulo 7: la Odiosa
Bueno, esto
ya está al rojo vivo. Pero me gustaría que antes de seguir con el hilo de esta
apasionante historia nos detengamos un momento a observar como es la vida de la
Odiosa y de aquellos que están a su alrededor. Veamos.
Un día en
la vida de la Odiosa sería muy fácil de describir. Se trata de la monotonía
típica de la persona que se levanta por la mañana pensando cómo hacerle sufrir
a alguien. Los que la rodean están pendientes de ella para ver con qué cara
aparece por la mañana. Casi siempre tiene mala cara, por supuesto. Y enseguida
comentan todos:
-
¿Has visto la cara que tenía
hoy?
O bien
dicen:
- ¡Qué
cara! – Pero esto lo decían aterrorizados porque sabían que cuando tenía esa
mala cara desde por la mañana alguno de ellos podía salir muy mal parado.
Algunas
veces se levantaba por la mañana con una cara muy alegre, pero esas veces eran
muy pocas. Además, si estaba alegre era porque ya tenía pensado a quien iba a
fastidiar. Se recreaba pensando en lo que sufriría el desafortunado individuo.
Así los pobres Ovíparos también quedaban horrorizados cuando su alcaldesa
pedánea amanecía contenta. Porque sólo llegaba a ser un poquito feliz cuando
los demás sufrían.
Después
tenemos a los que tiene a su alrededor. Por supuesto que no hay nadie que se
pueda considerar amigo suyo. La verdad es que todos la desprecian; pero algunos
buscan algo. Estos son los que están constantemente haciéndole la pelota. Le
dicen cosas así como:
- Señora
alcaldesa pedánea, que traje tan elegante tiene hoy su excelencia.
Pero en
realidad todo es mentira. Primero porque la tonta de la Odiosa no tiene gusto
para vestir y combina muy mal las faldas con las blusas y los zapatos con los
bolsos y los cinturones con los sombreros. Pero es que aunque tuviera buen
gusto no podemos olvidar que es muy fea y muy gorda, con un enorme cu... ya me
entiendes, y que tiene un espantoso pico con un asqueroso moco de pavo que da
asco de verla. Total que es imposible que esté elegante.
Pero como
te estaba contando, los que quieren que los coloque en algún puesto importante
siempre andan diciéndole cosas agradables. Estos sujetos son muchas veces
peores que la misma Odiosa porque están dispuestos a pisotear a quien sea con
tal de mandar.
Y
tendríamos que hablar también del resto de los Ovíparos que intentan
sobrellevar su vida en paz y procurando no cruzarse nunca en su camino. El día
que se la encuentran es sin duda una terrible desgracia para ellos. Seguro que
ella encuentra algún motivo para castigarlos. Si pueden escapar, buscan a algún
amigo para contarlo y empiezan siempre diciendo:
- ¡No sabes
lo que me ha pasado!
Y los demás
comprenden que lo que le ha pasado es que se ha topado con la Odiosa.
En
conclusión nadie la quiere, o dicho con más claridad todos la odian y desean
verla desaparecer cuanto antes.
Así que la
vida de la Odiosa es tan fea y tan aburrida como ella misma. No tiene amigos de
verdad y nunca puede ser feliz del todo porque siempre le queda alguien a quien
no ha podido hacerle daño.
Aquel día
la Odiosa se levantó muy contenta. Todos estaban asustados. Bueno, como ya te
he dicho siempre estaban todos asustados. Pero si estaba contenta es porque
algo muy malo se le había pasado por la mente. Uno de sus colaboradores (ya
sabes a que clase de tipo me refiero) le dijo:
- Señora
alcaldesa pedánea, veo que su excelencia tiene un buen semblante esta mañana.
Ella
respondió:
- Cada vez
que me recuerdas lo de pedánea me entran ganas de retorcerte el pescuezo. Pero
en fin tendremos que asumir todo lo que esa estúpida ha hecho.
- Señora
alcaldesa... ejem... – continuó el concejal.
- Sí, ya lo
sé, pedánea. Lo puedes decir. Tú sabes muy bien que de todos modos yo siempre
tengo ganas de retorcerle el pescuezo a alguien. Sé lo que me vas a decir.
Estoy muy contenta, es verdad.
Todos los
que la escuchaban intentaban sonreír pero en su interior estaban muertos de
miedo. Ella prosiguió:
- Hoy va a
ser el mejor día de vuestra vida, y también de la mía.
A medida
que hablaba más miedo les iba entrando en el cuerpo.
- Esa
estúpida está aquí. Nos pone en las manos una oportunidad de oro que no estoy
dispuesta a perderme.
El concejal
pelotillero sonreía pero casi estaba a punto de echarse a llorar. Si iba a ser
un buen día para ella sería un día nefando para todos los demás. Por eso tenía
cada vez más curiosidad por saber qué era lo que estaba pensando:
- Señora
alcaldesa pedánea, seguro que es muy estúpida esa que usted dice. Y nosotros,
claro, tampoco nos queremos perder tan áurea oportunidad. Pero si fuese su
excelencia tan amable de hablarnos con más claridad tal vez comprenderíamos la
razón de tanta alegría y la compartiríamos con su excelencia.
La Odiosa
lo miró con unos ojos amenazadores y el pobre concejal pelotas perdió casi la
noción del tiempo y no sentía las piernas de lo que le entró.
- ¿Qué
pasa? ¿Es que tengo que darle cuentas a alguien de lo que me pasa?
- Por
supuesto que no, excelencia – dijo el infortunado concejal – yo no tenía
ninguna mala intención. Pero no obstante, le pido disculpas si en algo la he
molestado.
Los ojos de
la Odiosa parecía que estaban a punto de echar fuego. Las piernas del concejal,
parecía que ya no existían, su corazón latía cada vez más rápido, un sudor frío
le corría por la frente, casi se iba a desmayar.
- Por
supuesto que me has molestado – dijo ella- y no aceptaré tus disculpas.
¡Guardias! Llevaos a este osado concejal a la mazmorra húmeda y pestosa. De
momento quedas relevado de tu cargo; después veré lo que hago contigo. Ahora no
tengo tiempo porque tengo que ocuparme de otro asunto. – Y volvió a sonreír.
Esto último
ya no pudo oírlo el pobre concejal porque a medida que la Odiosa había ido
hablando él había comenzado a ver borroso y a perder audición. Total, que
cuando ésta terminó ya se había desplomado al suelo.
Los
guardias se lo llevaron. Los otros que había con ellos mantenían una hipócrita
sonrisa pero por dentro estaban temiendo ser los siguientes. Ella sonreía, cada
vez más. Su terrible pico con el correspondiente moco de pavo se iba abriendo
hasta que empezó a dar sonoras carcajadas. (Esto de reír dando sonoras
carcajadas es muy normal en los malvados de los cuentos.)
- Sí,
continuó. Está en Los Ovíparos la estúpida de Maribel. Ella es la culpable de
todo. Y ahora pagará por todo lo que me ha hecho. Qué fácil me lo está poniendo
todo. Le haré sufrir lo que nunca se pudo imaginar. Empezaré por su hermana
pequeña, después seguiré con la mayor, luego con su novio y finalmente con su
amiga. Para poner el broche de oro será ella misma la que caerá en mis garras.
– volvió a dar las sonoras carcajadas de antes, los otros se reían con ella.
Pero, ya sabes, por dentro estaban a punto de echarse a llorar.
Bueno ya ha
llegado el momento de que volvamos con nuestra amiga Maribel. Ella estaba muy
contenta. Sentía que se convertía en la persona que iba a cambiar para siempre
las vidas de aquellas pobres gentes. Aunque le habría gustado encontrar más
entusiasmo en sus seguidores, no le importaba mucho. ¡Era tan emocionante
derrotar para siempre a la Odiosa y favorecer que los Ovíparos fueran los
dueños de sus destinos!
Cuando
llegaron por fin al lugar donde se situaba la mazmorra húmeda y pestosa
tuvieron que enfrentarse a la primera dificultad: ¿Cómo podrían conseguir abrir
las puertas, burlar a los guardias y permitir salir a todos los presos? Supongo
que no hace falta que te lo diga. Maribel cogió el arma más poderosa que
poseía: su lápiz. Inmediatamente dibujó un enorme agujero en los muros de la
prisión.
¡Qué gran
momento fue aquel! Maribel pudo sentir cómo la apretujaban todos los que salían
apelotonados después de tanto tiempo. Sus ojos se cegaban ante la luz del sol
que hacía tanto tiempo que no habían visto. Se oían gritos de libertad. Era un
momento glorioso. Maribel pidió que se callaran y tomó la palabra:
- Ahora que
sois libres somos muchos más los que lucharemos por la libertad. Ha llegado el
momento de poner a la Odiosa en su lugar. Vamos todos.
Estas
palabras de Maribel produjeron un cuchicheo entre la gente con los presos. La
verdad es que la miraban con un cierto aire de desprecio. Pero ella no le daba
importancia a eso. Estaba muy ilusionada. Se había convertido en la liberadora
de un numeroso pueblo como en tiempos de la Biblia hizo Moisés. Después sería
recordada en los libros de historia de los Ovíparos, los niños tendrían que
estudiar ese glorioso momento y su nombre sería recordado por todos.
Todo esto
es lo que rondaba por su imaginación. Pero hay que decir que en la mente de los
Ovíparos eran otras cosas las que había. De todos modos eran libres y no podían
dejar pasar este momento.
Caminaron
todos al encuentro de la Odiosa. Maribel ya disfrutaba al pensar en la cara de
horror que iba a poner la Odiosa cuando comprobase que estaba acabada. Todavía
disfrutaba más al pensar en las caras de felicidad que pondrían los Ovíparos al
descubrir que habían sido librados de la terrible Odiosa para siempre.
No nos
podemos olvidar de nuestros amigos Leonardo, Ani, Laura y Lucía que iban
también en aquel grupo sin ningún entusiasmo. Sabían muy bien que los Ovíparos
no querían a Maribel y estaban temiendo lo que podía suceder de un momento a
otro. Pero no se atrevían a decirle nada, porque sabían que ella no los
escucharía.
Capítulo 8: el desquite
Por fin
llegaron al Castillo de la Odiosa. Para sorpresa de Maribel ella los estaba
esperando en su balcón con una sonrisa malvada que le salía del pico y le hacía
aparecer los dientes.
- Pasad,
pasad, queridos amigos.- dijo la Odiosa desde arriba, intentando poner una voz
amable. –Hoy va a ser un gran día para todos. Sí. Hoy será el día de la
liberación de todos los Ovíparos.
La
confusión se apoderó de todos los que iban. Pero sin duda Maribel era la más
confundida. Estaba muy bien que la Odiosa estuviera dispuesta a devolver la
libertad a su pueblo, pero esa actitud tan bondadosa, le quitaba toda la
emoción a su aventura.
-
Fijaos bien- insistió la Odiosa- que he dicho todos, y cuando digo todos quiero
decir absolutamente todos.
Laura
no comprendía lo que pasaba pero pensaba que sería algo muy malo. Lucía estaba
muy contenta porque veía tanta gente que aquello parecía la feria del pueblo.
Ani y Leonardo estaban algo confusos y lo único que deseaban era que todo
acabara de una vez. Pero Maribel estaba emocionada. Las cosas eran muy extrañas
pero eso le daba más emoción. Además tenía su lápiz que podría usar en cualquier
momento.
La Odiosa
continuaba hablando:
-
Y en esos todos que estoy diciendo, también es justo que yo esté incluida. Sí,
ya sé que esto os resultará sorprendente, ya sé que pensaréis que os pretendo
engañar. Pero escuchadme bien y me comprenderéis.
El
silencio se apoderó de la situación. La Odiosa hablaba de un modo extraño a lo
que estaban acostumbrados. Ella, que siempre había estado por encima de todos,
ahora quería estar como uno más. Maribel entendía todavía menos lo que estaba
pasando pero esperaba con emoción las palabras de la Odiosa para empezar a
echarle por alto sus argumentos con un discurso mucho mejor y más brillante.
Seguimos con el discurso de la Odiosa:
-
Yo sé muy bien que vosotros sois víctimas de mis terribles leyes que prohiben el
amor. Es verdad, lo reconozco, he ido demasiado lejos. Yo sé bien que sois
víctimas de mi ira, de haber mandado a la gente a la mazmorra húmeda y pestosa
de forma cruel e inhumana. Sí, no he tenido compasión, vosotros habéis sufrido
y yo os he hecho sufrir, soy consciente de ello.
Cada
vez resultaba más sorprendente el discurso y todos estaban expectantes a ver
por donde salía. Maribel estaba pensando en las palabras que tenía que decir
para animar a los demás a atrapar a la Odiosa y a obligarla a abdicar de su
cargo de alcaldesa pedánea.
- Pero yo
no soy la culpable, yo soy una víctima más. Sabéis muy bien que yo no tengo la
culpa de que seáis tan feos, que tengáis pico o que las mujeres pongan huevos.
Y también sabéis que yo no tengo la culpa de ser tan fea, tan gorda, tan
aburrida y tan antipática; y mucho menos tengo yo la culpa de no ser una reina
maravillosa sino una simple y vulgar alcaldesa pedánea. Sabéis muy bien que la
culpa de todo eso la tiene sólo una persona: Maribel. Ella es la que nos ha pintado
así para vengar sus celos con sus amigos y para escribir una página en la
historia de los Ovíparos. No os canséis dejándoos engañar por ella. Si queréis
que las cosas cambien es a ella a la que tenemos que atrapar y no a mí, que soy
tan víctima como todos vosotros.
La Odiosa
dijo estas últimas palabras en un tono dramático y con la voz temblorosa como
si estuviera a punto de echarse a llorar, para que todos la vieran como una
pobre víctima.
En ese
momento se formó un gran alboroto. La gente ovacionó a la Odiosa por primera
vez en la historia de los Ovíparos. Todos entendían que de la manera que fuese
iba a cambiar para siempre el rumbo de sus vidas.
Ani y
Leonardo empezaron a sentir rabia porque creyeron que la Odiosa tenía razón,
que Maribel había querido vengarse de ellos. Lucía estaba muy contenta porque
toda la algarabía que se había formado con los aplausos y los vivas le
recordaba las fiestas de su cumpleaños. Laura, en cambio, no paraba de llorar.
Ahora sí que podía pensar que todo estaba acabado. Estaba convencida de que los
matarían a todos. Maribel estaba confusa. Ella quería comenzar su discurso para
rebatir a la Odiosa pero se había convertido en el centro de todas las miradas
y no eran precisamente las miradas de alguien que quisiera escuchar un
discurso. No obstante empezó a hablar:
- Queridos
ovíparos, hemos llegado en estos momentos al punto culminante de aquello que
nos trajo aquí. Hemos conseguido liberar a todos los ovíparos que injustamente
estaban en la mazmorra húmeda y pestosa y ahora tenemos la oportunidad de
derribar para siempre a la causante de vuestras desgracias.
Los
ovíparos comenzaron a abuchear a Maribel y le resultó imposible continuar su
discurso. Como un solo hombre se lanzaron contra ella y atraparon también a
Laura, Lucía, Ani y Leonardo. Intentaron defenderse pero eran muchos y no había
ninguna posibilidad de escapar.
- Traedlos
aquí- Gritó la Odiosa. - La única causante de nuestras desgracias es ella.
Vamos a someterlos a una vergüenza pública. Los obligaremos a cantar para
nosotros "la tía Mónica", y
harán un ridículo espantoso. Nos reiremos de ellos como ellos se han reído de
nosotros todo este tiempo. Que paguen por el sufrimiento que han causado.
Maribel
comprendió que las cosas no habían salido como ella había pensado. Pero no por
eso se iba a dar por vencida. A pesar de lo engorrosa que resultaba la
situación, todavía fue capaz de sonreír.
- Esperad-
Dijo Maribel- seguro que existe un modo de arreglar este asunto. Tengo el lápiz
con el que os he dibujado, puedo cambiar las cosas, puedo hacer que seáis
felices y guapos, puedo hacer que la Odiosa sea una reina maravillosa, puedo
hacer que se acabe para siempre la mazmorra húmeda y pestosa. Yo haré lo que me
pidáis.
- Por
supuesto que harás lo que te pidamos. ¡Faltaría más! Pero no os vais a escapar
de nuestro furor. Cogedlos a todos. - siguió gritando la Odiosa.
La Odiosa
estaba radiante. Nunca había sentido una satisfacción más grande.
Ciertamente
ya después de todas estas cosas Maribel se encontraba algo confusa. Porque es
verdad que es muy optimista pero ten en cuenta que las cosas se le están
poniendo ya demasiado difíciles. De todos modos, también hay que decirlo,
confiaba que todo terminaría bien. Ella sabía que mientras tuviera su lápiz no
le podía ocurrir nada. Los que no veían de ninguna manera la solución eran sus
amigos. Pero a fin de cuentas lo único que les podía pasar de malo era
tener que cantar la tía Mónica delante de todos, que tampoco es que se fueran a
desmayar por eso.
La Odiosa
hizo que los introdujeran en una de las habitaciones de su palacio. Les hizo
señas a los Ovíparos para que esperaran y al cabo de un rato apareció Leonardo
con un ridículo disfraz de mujer del siglo XVIII con la cara pintada de blanco.
Todos comenzaron a reír a grandes carcajadas. Leonardo no paraba de llorar. La
Odiosa le gritó:
-Empieza a
cantar si quieres seguir con vida.
Leonardo
quiso cantar, pero no le salía la voz del cuerpo. Miraba cómo se reían los
Ovíparos y estaba a punto de morirse de vergüenza. Con una voz tenue cantaba:
- Tenemos
una tía, la tía Mónica, que cuando va de compras le hacemos tralará.
Los
Ovíparos se reían cada vez más al verlo tan agobiado. Para molestarlo más
empezaron a decir:
-
La guagua, que cante la
guagua.
Leonardo se
encontraba mareado, empezaba a perder la visión, le corría un enorme calor por
todo el cuerpo. No pudo contenerse y empezó a llorar. La Odiosa lo hostigaba
todavía más:
- Venga, es
que no lo oyes, canta ahora mismo la guagua y no te olvides de hacer los
gestos.
Empezó a
cantar Leonardo, sin apenas voz y llorando amargamente:
- Así le
hace la guagua, la guagua le hace así...
Los
Ovíparos se reían con tanta fuerza que se les saltaban las lágrimas a todos. A
algunos hasta les dolía un poco la barriga de tanta risa como les daba.
Leonardo
mientras tanto lloraba. Empezó a ver cada vez más borroso hasta que no pudo más
y se cayó al suelo mareado.
Una vez que
se desplomó lo arrastraron como si de un toro que acaba de se lidiado se
tratara. Enseguida lo metieron adentro, donde estaban los otros.
Todos
estaban vestidos con feísimos disfraces que los hacían sentirse humillados.
Cuando Laura vio a Leonardo desmayado creyó que estaba muerto. No pudo
evitarlo, dio un grito tan enorme, que casi perdió la voz por completo.
-¡Lo sabía!
¡Lo han matado! ¡Y ahora nos van a matar a todos!
En
esos momentos entró uno de los esbirros de la Odiosa, de esos que tenían un
horrible pico de buitre. Se acercó a Laura y le dijo:
-
Es tu turno, venga, no hagas esperar más a la gente si aprecias tu vida.
Laura empezó
a temblar como si hiciera mucho frío. Pero no es que hacía frío sino que tenía
mucho miedo, porque se creía que le harían algo malo. Cuando salió todos los
Ovíparos empezaron a reír. Ella estaba a punto de echarse a llorar como le pasó
a Leonardo, pero como tenía tanto miedo y temblaba tanto no le salían ni las
lágrimas. Los Ovíparos gritaban:
-¡Que
cante la guagua, que cante la guagua!
Laura se
puso los brazos sobre el pecho, como si tuviera en brazos a un bebé. Y comenzó
a cantar:
- Así le
hace la guagua, la guagua le hace así...
Los
Ovíparos no paraban de reír pero Laura se fue quedando un poco más tranquila
cuando vio que no le hacían daño, sino que tan sólo se reían de ella.
Después de
Laura cogieron a Ani y luego a Lucía. Pero Lucía en realidad se divirtió mucho
cuando vio que todos estaban pendientes de ella. Por último se llevaron a
Maribel. Maribel pensó que era una magnífica ocasión para demostrar sus
cualidades como animadora. Los Ovíparos gritaron:
-Que cante
la guagua, que cante la guagua.
Y Maribel
empezó a cantar sin ningún miedo. Los Ovíparos se reían a mandíbula partida.
Pero eso no le importaba a Maribel, al contrario, empezó a hacer tonterías. Por
ejemplo, fingió que tropezaba y se caía estrepitosamente, ponía una cara muy
graciosa, entonces los Ovíparos reían todavía más. Después empezó a contar
chistes. Todos se divirtieron tanto que la Odiosa estaba cada vez más enojada.
Ella quería ver a Maribel humillada pero ella sabía descubrir el lado bueno de
todas las situaciones.
Por fin
Maribel les hizo una interesante propuesta:
- Yo os
cambiaré con mi lápiz. Haré que seáis guapos y simpáticos. Vuestra alcaldesa ya
no será Odiosa sino una hermosa y simpática reina. Vuestras mujeres no tendrán
que poner huevos sino que tendréis unos fantásticos gallineros y podréis tener
los huevos que queráis.
Todos los
Ovíparos estuvieron de acuerdo con las propuestas. Maribel escuchó todas las
sugerencias que le daban y se puso manos a la obra con su lápiz.
Volver a
pintar a todos los Ovíparos, incluida la Odiosa, no fue una tarea fácil.
Maribel tuvo que trabajar duro. Con los jóvenes tenía que estar constantemente
enseñándoles el espejo para que vieran como habían quedado y empezaban a
decirle: Arréglame el pelo de esta manera, ponme un vestido de esta otra, esta
boca que me has puesto es muy grande y no me gusta, quiero ser rubia con ojos
azules. Ya te puedes imaginar con eso de poder elegir hasta la cara que podían
tener no paraban de darle trabajo a la pobre Maribel.
Maribel
estaba muy contenta. Las cosas no habían salido como ella se había programado
pero no por eso dejaba de ser divertido todo lo que habían vivido. Con ella
estaba de ayudante su digamos amiga Ani que se encargaba de dar los números
para que no se formaran demasiadas colas. Laura se quedó cuidando de Lucía y a
Leonardo le dieron el encargo de animar un poco a Laura. Pero Laura no sólo que
no se animaba sino que había conseguido desanimar por completo a Leonardo.
- No nos
han matado, pero está claro que no volveremos a casa nunca. Nos hemos quedado
para siempre perdidos en un dibujo. – dijo Laura.
- No
pienses eso – decía Leonardo – ya verás como Maribel consigue arreglarlo todo.
- ¿Es que
no te has dado cuenta de que Maribel no ha controlado la situación en ningún
momento?
- Es
verdad, pero ahora es diferente.
- No,
ahora no es diferente. Todo sigue siendo igual. No sabemos lo que estarán
tramando esos dibujos pero seguro que nos hacen algo malo.
- Tienes
razón. Todo nos ha salido mal y no podemos pensar que ahora pueda salir bien.
Creo que
queda claro como Laura consiguió desanimar a Leonardo. Aunque, también hay que
decirlo, Leonardo no estaba muy animado que digamos. En fin, mientras Laura y
Leonardo estallaban en un llanto amargo, Maribel y Ani trabajaban duro para
dejar el dibujo totalmente renovado.
Por fin
después de un intenso trabajo todo quedó listo. Tú puedes estar pensando que no
tenía porqué ser tan difícil, que no tiene por que tardar más que cuando dibujó
todo por primera vez. Pero ten en cuenta que la primera vez que dibujó los
Ovíparos todavía no estaban vivos y no eran tan exigentes, y no tuvo que
organizar colas ni tenía que ir llamando a quien le tocaba. Esta segunda vez
había sido todo más difícil.
Lo más
difícil de todo fue cambiar a la Odiosa. Como te puedes imaginar, le ponía
pegas a todo y decía las cosas con muy mal humor. Bueno, las decía con muy mal
humor al principio, por que después del cambio era al revés, tenía muy buen
humor.
Después de
la renovación tan radical del dibujo fueron convocados de nuevo todos los
Ovíparos pero esta vez no por la Odiosa sino por la reina. Todos acudieron muy
contentos. Estaban muy cambiados: eran guapos, ya no tenían picos ni plumas,
las mujeres eran hermosas y los hombres eran elegantes.
Todo era distinto. No existía el miedo. Se
podían demostrar su amor por todas partes: los padres podían abrazar a los
hijos y los enamorados podían besarse y decirse: Te quiero.
La
mazmorra húmeda y pestosa había dejado de existir y en su lugar había una
fantástica sala de multicines donde ponían maravillosas películas hasta de
amor.
No se
podía pensar que se tratara del mismo dibujo del principio.
Pues como
íbamos diciendo, se reunieron de nuevo todos en aquella preciosa y luminosa
plaza del palacio de la reina para despedir a Maribel y a sus amigos. Salió un
cortesano al son de trompetas y anunció:
- Con
todos ustedes Su Graciosa Majestad.
Después
entró la reina, la que antes había sido la Odiosa. Todos quedaron asombrados de
su belleza y su cara de bondad. La reina
empezó a hablar.
- ¡Jol! No
me miréis con esa cara, cobardes, que me va a dar vergüenza, puñema. Yo soy
vuestra reina, sí. Y no sé si os habréis dado cuenta que soy un peaso de reina
hermosa. Creo que sí porque el fistro de caras que tenéis así lo demuestran.
Siete caballos vienen de Bonanza... Pues
bien os tengo que dar otra noticia, pecadores: soy también soltera, no puedo,
no puedo, no puedol. Y mirando vuestras caras y viendo lo guapos que son los
hombres de esta aldea, creo que esto no me va durar mucho ¡Jol!. Además, ya
tengo una edad y una no está para dejar pasar la oportunidad.
Todo esto
lo iba diciendo acompañando sus palabras de gestos y movimientos de manos y
pies que lo hacían todo muy cómico y los Ovíparos se reían sin parar.
Maribel se
dio por satisfecha. Mejor no esperar la despedida, porque decir adiós es
siempre triste. Recogió todas sus cosas, es decir su lápiz y con sus amigos se
dirigió de nuevo a su habitación. Bueno, en realidad nunca habían salido de la
habitación. Después tuvo que tapar todo el dibujo. No podía borrarlo porque
entonces sería hacer desaparecer una aventura tan fantástica. Tan sólo bastaba
con pintar de blanco toda la pared. Ella, Ani, Leonardo y Laura sabían muy bien
que allí dentro se seguirían viviendo apasionantes historias, y que los Ovíparos
se divertirían con su hermosa y simpática reina.
Lucía en
realidad no se había enterado mucho de lo que ocurrió y se quedó profundamente
dormida.
Ani y Leonardo entendieron que con el castigo
que Maribel les había dado ya no era necesario pedir perdón. Así que se dejaron
llevar por sus sentimientos y se abrazaron, contentos de seguir con vida.
Maribel
decidió que era mejor deshacerse del lápiz. Y lo echó al fuego. Esta vez no
había pasado nada malo, pero era mejor no arriesgarse para el futuro.
Cuando
llegaron sus padres, todo estaba en orden, Laura estaba viendo un programa de
televisión, Maribel estaba en su cuarto estudiando y Lucía dormía en su cama
dulcemente. Nadie podría imaginar lo que había sucedido.
Espero
que te hayas divertido con esta historia, y recuerda que ha sido escrita
pensando en ti.
Fin